Páginas

Lo real


Los neopositivistas negaron de raíz el contenido significativo de cualquier expresión sobre lo real y la realidad. Tal pretensión es, según ellos un pseudoproblema.
Enunciar si la materia o el yo o cualquier cosa tienen o no tienen realidad es hipostasiar cualquier entidad.

Solo es real aquello que existe y para ello necesariamente tiene que ser cuantificable; es decir ser individuo, bien independiente o como elemento de un sistema.
Las dificultades que encontraron para llegar a individualizar los elementos constitutivos últimos de la materia junto con las paradojas lógicas hicieron insostenible su posición.

Lacan distingue realidad y Lo Real.
La primera es el conjunto de las cosas tal cual son percibidas por el ser humano; la realidad es, pues, fenomenológica.
Lo Real, por su parte, es el conjunto de las cosas independientemente de que sean percibidas por el ser humano.

Para tan importante diferenciación Lacan parte de una nueva interpretación del psicoanálisis: Lo que se denomina usualmente 'realidad' está 'teñido' y limitado por los medios lingüísticos culturales. El fundamento se encuentra en la distinción entre significante y significado.

Culturalmente se establece el predominio del significante como como comprensión estructural del propio sujeto que se escinde de esta forma entre el inconsciente y el habla consciente por la cual trata vanamente de constituirse como un YO: "No he sido esto sino para llegar a ser lo que puedo ser", permanente asunción que el sujeto hace de sus espejismos.

Si el dominio que define este don de la palabra ha de bastar a vuestra acción como a vuestro saber, bastará también a vuestra devoción. Pues le ofrece un campo privilegiado.
Cuando los Devas, los hombres y los Asuras -leemos en el primer Brahmana de la quinta lección del Bhrad-Aranyaka Upanishad- terminaban su noviciado con Prajapati, le hicieron este ruego: "Háblanos".

"Da, dijo Prajapati, el dios del trueno. ¿Me habéis entendido?" Y los Devas contestaron: "Nos has dicho: Damyata, domáos" -con lo cual el texto sagrado quiere decir que los poderes de arriba se someten a la ley de la palabra.

"Da, dijo Prajapati, el dios del trueno. ¿Me habéis entendido?" Y los hombres respondieron: "Nos has dicho: Datta, dad" -con ello el texto sagrado quiere decir que los hombres se reconocen por el don de la palabra.

"Da, dijo Prajapâti, el dios del trueno. ¿Me habéis entendido?" Y los Asuras respondieron: "Nos has dicho: Dayadhvam, haced merced" -el texto sagrado quiere decir que los poderes de abajo resuenan en la invocación de la palabra.

Esto es, prosigue el texto, lo que la voz divina hace oír en el trueno: sumisión, don, merced. Da da da.
Porque Prajapati responde a todos: "Me habéis entendido."

Para Zubiri la realidad se nos manifiesta y es conocida en aprehensión de realidad. Pero no es lo mismo conocer «por aprehensión» que conocer «en aprehensión» para no caer en el idealismo.

Ser real en aprehensión no es lo mismo que ser real por aprehensión. Y lo que distingue a los dos modos es que en el primero, «por la aprehensión», la aprehensión es una causa determinante de lo aprehendido; en cambio en el segundo, «en la aprehensión», la aprehensión es su mera actualización.

Lo aprehendido en realidad posee unas notas constitutivas como «dimensiones estructurales de lo real simpliciter», en tanto que realidad que muestra la riqueza y solidez de la cosa en un «campo de realidad»; tales notas en aprehensión sensible campal hacen posible el proceso de una «inteligencia sentiente» hacia un conocimiento «inteligido por un logos» como «ser en realidad».

El concepto por tanto no es «"concepto de realidad", sino realidad en concepto». Esta «actualización de lo real» muestra en sí las posibilidades de actualización de lo real como verdad, entendida ésta como «respectiva».

Hoy la realidad es tomada como el sistema complejo en el que se actualizan e interaccionan todos los sistemas que le constituyen.
El considerado sujeto y el considerado objeto de la filosofía tradicional pertenecen ambos al mismo sistema de realidad.

En resumidas cuentas, presentaré una perspectiva según la cual la mente no «copia» simplemente un mundo que sólo admita la descripción de la Teoría Verdadera. Pero, desde mi punto de vista, la mente no construye el mundo (ni siquiera en cuanto que estando sujeta a la constricción impuesta por «cánones metodológicos» y «sense-data» independientes de la mente).

Y si es que nos vemos obligados a utilizar lenguaje metafórico, dejemos que la metáfora sea ésta: la mente y el mundo construyen conjuntamente la mente y el mundo (o, haciendo la metáfora más hegeliana, el Universo construye el Universo- desempeñando nuestras mentes (colectivamente) un especial papel en la construcción.

Las percepciones e interpretaciones de la realidad sobre las que construimos nuestras evidencias no nos permiten afirmar que una sea la verdadera y las demás «falsas», como suele considerar la conciencia no crítica o las explicaciones feroces.

No es posible una afirmación fundamental del tipo del realismo metafísico como si fuera un punto de vista desde la divinidad que nos permitiera una concepción del mundo. Y cualquier otra pretensión en este sentido, tipo positivista-relativista o realista-materialista está condenada al fracaso.

Hoy se considera un realismo interno como un continuo analítico-sintético, inducción-paradigma científico, como un sistema complejo, que habla del sistema real como mundo pero siempre dentro del marco de ciertos conceptos, conjuntos de creencias, compromisos, etc.

Se trata de analizar estas posiciones, evitando posiciones extremas y abundando en puntos de vista libres de prejuicios, lo que conduce a posturas empiristas no radicales ni ortodoxas, pero apoyadas en estructuras conceptuales siempre en continua revisión.